La isla de Ixtapa se encuentra a unos cuantos kilómetros de la zona hotelera. Es un tranquilo lugar donde podrás rentar equipo de esnórquel para explorar las templadas aguas y después sentarte en un tranquilo restaurante provinciano para degustar uno de los pescados más frescos de tu vida. Golf, tenis, surf, pesca deportiva, observación de aves o un tranquilo paseo a caballo. La lista de actividades es interminable en este pequeño paraíso.
Pero Zihuatanejo no se queda atrás. La primera diferencia con Ixtapa es la bahía, que le da a sus playas un apacible oleaje. No será difícil contratar el tour en lancha a Playa Las Gatas, cuya leyenda dice que un rey Tarasco (la civilización prehispánica de estas costas) construyó el arrecife para que sus hijas pudieran nadar tranquilamente. Bajo la sombra de las palmeras, disfruta de los mejores tacos de pescado de la región. En esta playa puedes esnorquelear y avistar tortugas marinas y raras especies de peces, como aquella que con el color azul en sus aletas crea reflejos brillantes al nadar.
Los nadadores expertos no dudarán en unirse a las excursiones que van a los Morros de Potosí, enormes rocas blancas que se han convertido en refugios de pelícanos y gaviotas. Bajo el mar, los buzos descubren una red de cuevas, arcos, paredes y túneles que hacen única la experiencia submarina. De esta manera, ambos poblados cubren las necesidades de una amplia gama de gustos. Lo mismo un masaje en una cabaña a la orilla del mar, que los modestos restaurantes de la calle Adelita o las especialidades del chef en La Gula, una mansión con una espléndida terraza.